Monday, August 30, 2010

Paréntesis mundano

Una despertada temprano. Una salida a tomar un desayuno típico de por aquí, huevos fritos con tocino y papas fritas. Y por supuesto café. Antes paso por un boliche a comprar el diario. Sentado me atiende una colosal (muy) joven camarera vestido negro cortito. Se encuclilla a pocos metros delante de mí a recoger algo y me puedo dar cuenta de que anda entera enterito de negro. Una buena comenzada del día y la posterior verguenza y recriminación de viejo voyerista. Las fantasías de que a lo mejor a lo mejor la exhibición puede haber sido intencional. No tengo nada contra la igualdad absoluta de la mujer en todas las facetas de la existencia personal y social. Que caiga fuego de los cielos sobre quienes quieren mantenerlas en su lugar, impedirles la educación, el poder, la creación y el goce, no importa de dónde vengan ni quienes sean. Aspiro a mantener mi erotismo absolutamente heterosexual y un poco anticuado que se deleita viendo la exposición incluso involuntaria de unos calzones. Un mundo regido por mujeres sería mejor que éste. Pero todavía tienen cuerpo.

Tuesday, July 27, 2010

La inversión de luces. Primera nota sobre Meyrink

Gustav Meyrink el genial autor austríaco de comienzos del siglo XX presenta un personaje en su curiosa e inigualada novela El rostro verde, un zapatero judío ruso que vive en Holanda, exilado diríamos ahora, que sufrió junto con su familia un pogrom y presenció cómo quemaban viva a su hija que lo llamaba. El profeta Elías lo había visitado y le había cambiado las luces del corazón y la cabeza y él le decía al personaje principal, un ingeniero que poseído de lo que luego de unas décadas en Europa se denominaría angustia existencial busca un sentido o una trascendencia en un mundo que no parece rebasar las experiencias de la cotidianidad y al interior del cual algunos seres, hombres y mujeres, se pasean como lobos, como fieras enjauladas que ansían con cada célula de su cuerpo un ALIMENTO ESPIRITUAL. Desde ese cambio de las luces--el profeta le puso la luz de la cabeza en el pecho y la la del corazón al interior del cráneo--el hombre ya no pudo sentir ni pensar como antes y así pudo evitar morir de dolor. Sentía con la cabeza y pensaba con el corazón. Mostraba una suerte de condición paradójica, más que humana por un lado, repulsivamente inhumana por el otro. Es posible que la supervivencia no sólo de los individuos, sino de la especie exija una especie de inversión, de mutación, no sólo en el sentido de que se insensibilicen, lo que convertiría al sujeto del cambio, por ejemplo, en una máquina de matar sin sentimientos ni remordimiento, sino en otros órdenes de cosas. ¿Es posible revertir la mentalidad del beneficio inmediato del mono que mete la mano en una caja donde hay un coco y después queda preso porque no atina a abrirla y soltar el fruto?, o, ¿es posible cambiar la mentalidad de sacrificio y restricción extremas en pro de la acumulación de la riqueza mediante la autoexplotación y la de los demás?. Lo que queda como lección en este personaje de este hiperescritor es la necesidad del cambio, mutación, inversión, transformación para salvarnos de la que se nos viene